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Aquella flor que me pediste como regalo,
y que, tendida sobre tu cama,
recordaba con ternura nuestro fugaz encuentro;
la flor que comparte con tu piel ese aroma,
tan especial, tan dulce, tan tuyo.
Esa flor, que aunque es efímera,
vivirá en el recuerdo por siempre,
viva, radiante, como aquella tarde dorada,
cuando compartimos la alegría
de estar juntos una vez más.
Desconozco el autor.
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