l Mundo es vasto y hermoso. Muchas cosas bellas he visto, he visto ciudades, pueblos, selvas, lagos, montañas, playas, desiertos, océanos… He visto mil colores en un lago perdido en bosques, y el doble en el charco de una esquina, he visto al hombre ayudar al prójimo; sin, con, y a pesar de sus verdaderos deseos, he visto a Dios en el atardecer, casi todos los días, sin haber pisado nunca una iglesia…
Y te he visto a ti… Y ya han sido varios días que quiero escribirte todo lo que he visto y es bello, porque deseo mucho, deseo que sepas del enfermizo perfeccionismo humano, pues en el mundo todo ya es perfecto Deseo que entiendas lo hermosa que eres, por si no la sabías ya Pero principalmente, egoístamente, porque deseo que conozcas mis deseos…
“Te A…” Eme aquí, ante una frustrada hoja más y la suma total de mis fracasos en el frío suelo… ¡Las traidoras tintas no han de escribir! ¡Lo que mi cobarde boca no ha de hablar!... Y aquí estoy, como un verdadero idiota, Incapaz de escribir “te A…”
¿Acaso es temor lo que siento? No, eso no, me niego a creerlo Mienten los grandes cuentos del hombre, esos que leen, los graves nombres en graves pulpitos… Esos que claman, que el hombre debe temer a lo hermoso…
¿Mi fracaso será entonces, quizá, porque soy un niño encerrado en cuerpo de hombre? ¡No! ¡Nuevamente no puede ser eso! ¿Acaso un niño no es más que un adulto en paradójica maduración y regresión? ¿Acaso no somos todos niños encerrados en cuerpo de hombres?
Reflexiono, he de intentarlo de nuevo… “Te A…” ¡Y las traidoras tintas se mofan de mí de nuevo! Y las hojas blancas exhalan desesperadas conmigo… Y las palabras ya abortadas en el suelo lloran por ellas mismas, porque en verdad no es su culpa… Y todo porque no pudo escribir “te A…”
“Te A”… Te A”… Te A”… ¡Frase tan pequeña e ineptitud tan mayúscula! ¡Malditas sean las traidoras tintas! ¡Que no escriben lo que mi cobarde boca no ha de hablar! ¡Y maldito yo, estúpido yo, si por ellas te pierdo!
Y todo porque no puedo escribir, “Te Amo…”
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