Estar enamorado, amigos,
es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra
que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel
en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra
con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar al ancho viento
que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona
la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada
verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca
la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor
de la perfecta compañia.
Es sospechar que, para siempre,
la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos,
es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto
la cristalina voz del río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre
donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes
en un paisaje de cigueñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven
los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa
y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento
con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego
y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa
conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero
que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos,
es adueñarse de las noches y de los días.
Es olvidar entre los dedos
emocionados la cabeza distraída.
Es recordad a Garcilaso cuando
se siente la cancíon de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde
por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar el tren que pasa
por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente
que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste
la diferencia entre pena y alegría.
Es escuchar a medianoche
la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón
una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos,
es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse en la mañana
con el secreto de las flores y las frutas.
Es liberarse de si mismo y estar
unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son
porpias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas
turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo
tiempo es compartir la noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse
de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma
que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre
y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos,
estar seguro de tener las manos puras.