En nuestra crónica dominical esta semana vamos charlar de algo que los estadistas conocen muy bien:
la propagación de las ondas sonoras o del sonido, si ustedes prefieren.
La pregunta que nos podemos hacer es ¿por qué el sonido procedente de una fuente en movimiento, cuando se acerca de nosotros la escuchamos
cada vez más agudo y cuando se aleja la escuchamos cada vez más grave? Si alguna vez han estado haciendo “auto stop” o “haciendo dedo”
como decíamos en mi juventud, habrán podido percatarse de ese fenómeno. Y los que han contado con más suerte
y han podido asistir a un Gran Premio de Fórmula Uno, también han tenido esa percepción del sonido.
Pues bien, ese fenómeno tiene su explicación, nos dice el astrofísico Benoit Villeneuve, profesor física en el Colegio Edouard Montpetit de Longueuil.
Es el efecto Doppler en honor a Christian Doppler, que lo estudió en 1842 y que pone en evidencia de una forma nítida que el sonido se comporta
como si fuera una ola. Bueno, sabemos que el sonido es una onda. Para simplificar imagínense que tiene en sus manos un cuenta gotas
sobre un lago muy tranquilo y que si se dejan caer gotas a cierto ritmo, se formarán olas que se van a propagar.
Y entre más rápido se suelten las gotas, la distancia entre las olas será más corta y alguien que reciba las olas pensará que llegan a un ritmo acelerado.
Ese ritmo, dice el profesor Villeneuve, es la frecuencia. Cuando un sonido llega con una frecuencia acelerada, tenemos la sensación que percibimos un sonido agudo.
Y cuando al contrario, el ritmo es lento, es decir que la distancia entre las olas es más grande, el ritmo de llegada de las olas
a cierto punto es más lento, en ese momento tendremos la impresión que percibimos un sonido grave.
Es interesante resaltar aquí que el efecto Doppler se puede aplicar también al desplazamiento de la luz en el espacio.
Cuando observamos una fuente de luz que se desplaza con respecto a nosotros y puesto que la luz se comporta también como una onda,
hay una variación en la percepción de su frecuencia que se traduce par la variación en la percepción del color de esa luz.
Esta variación de la percepción del color de la luz sirvió para poner en evidencia uno de los más grandes descubrimientos del siglo XX: la expansión del universo!