Te presento al hombre de la manzana prohibida,
al del paraíso de cemento y la voz callada.
Te presento los sonidos del amor,
los sabores de tu boca,
los pretextos para estar contigo.
Te presento la gloriosa armonía de los dos,
la lejanía que siento sin ti a mi lado.
Te presento la luz de tus ojos de tierra,
el hastío de la soledad y su aliada melancolía.
Te presento los cantos de Sabina,
los versos de juramentos eternos,
la diversión de un abrazo.
Te presento los placeres del pecado,
sus oraciones y bendiciones,
la agonía de los dioses que celosos nos ven amar.
Te presento el final de la prosa que lees,
los puntos suspensivos del final,
el amor que escurre entre renglones de un escritor que juega con su tinta...
Desconozco el autor