
Si amar es un delito que ley me lo comprueba, si amar es un pecado que penitencia me condena. Si querer a alguien está prohibido, decirme entonces lo que está permitido.
Más si es pecado, delito o prohibición, no puedo negarme el privilegio, aunque me aprisione en el tiempo y torture al corazón.
Yo seguiré al amar por una justa razón: inocente o culpable, cobarde o valiente, a las leyes esquivaré a traición sin importar ganar con ello la muerte.
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