Qué has hecho con tu mano, dónde guardas
dónde escondes
la bendición que hay en tu palma abierta.
Qué has hecho con tus fuerzas que marchitan
en un puño cerrado, y con tus labios
que no ríen
ni besan.
Dónde enredó tu paso que no supo
salirse del pantano.
Qué has hecho con el hombre que te habita
qué has hecho con el pobre ser que clama
por un cielo de luces
por un río de espumas
y qué fue de la criatura sola
que dejaste llamándote en la orilla.
Brotamos al amor y nos quedamos
con el verdor oculto;
con la tumba pesando las espaldas
y un mutismo asfixiando
las espigas.
Dame la mano, hermano,
ponte al ritmo
de esta abierta esperanza que me ensancha.
Olvídate un instante que eres hombre
con el lastre de ser civilizado,
siéntete pausa,
un descanso
en el quehacer eterno.
Tu tibia contextura guarda un canto,
suelta tu espacio y canta.
Tiende al camino tu vibración de amor,
dame tu mano, y estrecha en ella
un apretón
de vida.
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