Descuelgas de la ciudad de las mil… Sólo una noche y en su piel fértil dibujas un suspiro de pincel basta un pañuelo.
De la vida, el baile eterno en filigranas deshoja al instante cautivas dos ilusiones sucumben en un arpegio, Mi mayor inspiración.
Entonces… El paisaje sonoro se torna cómplice de tu celada a la que me aferro en una quimba… ¡Cuanta dicha! Es un derroche de miradas que se cruzan y acarician imprudentes dos sueños amalgamados en un devenir errante.
Gran festejo… Y de la tierra el aplauso brota en doce estallidos cuando un zapateo anuncia, la victoria de este idilio que termina, más no acaba ¿No es así la vida misma?, Valiéndose de lo imprevisto un beso una flor, alma blanca atribulada es el vuelo del pañuelo de mi amada.
Desconozco el autor
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