El asesinato
Viernes quince de Mayo. Hora 19. Veinticuatro horas después de mi muerte… No sé si me impresiona más el dolor o la sangre fría. El resplandor cínico en los ojoshúmedos me hirió para siempre. Y en el brillo de mi sangre derramada vi tu imagen reflejada, arruinando el crimen perfecto, mientras de tu mano caía el único diamante que alguna vez veras. No hay justificación alguna, aunque la he buscado y la buscaré. No fue por falta de oportunidad ni voluntad. De la representación surgió un camino que no se pudo seguir. Era el más fácil pero no se dio.
Por usar la misma moneda y el mismo lenguaje la comunicación fue imposible. Fue un cambio de espejos por el oro de los tontos. Con la negación de lo que es, se destruyó lo que será. Mi cuerpo yace frio sobre la piedra y queda mucho por hacer. ¡Sí sólo hubiera aparecido la crueldad disfrazada de coraje! Yo respiraría aunque fuera con dificultad, y la herida nunca
hubiera sido mortal. Ahora soy un cadáver que vivirá en la noche eterna sin estar vivo para amar ni muerto para odiar.
La justicia nos perseguirá, pero para cuando nos atrape no quedaran más que cenizas. Buscados vivos y muertos, hallaran reposo las oportunidades ajenas. Nadie pedirá venganza, porque esta vendrá o no vendrá. De ser así, a tu malvado cómplice usare como instrumento, trayendo la locura a tu vida, mente y cuerpo destrozados, irreparables. El demonio del remordimiento será mi aliado implacable, y te acosara sin descanso. Sólo los actos del asesino pueden provocarla.
Si la despierta, será el final. Revíveme a través de la espada flamígera, y quizás encuentre una vía que me recuerde, el camino hacia el olvido.