Que hermoso trato me dabas, cuando entrabas a jugar, si hasta me parece estar, disfrutando todavía, la caricia recibida, de tu zurda magistral.
Me sentí bien protegida, mientras estabas a mi lado, eras cual noble soldado, custodiando algo especial, aquel que osaba robar, tu trofeo más preciado, quedaba desorientado, por tanta genialidad.
Te vi saltar muchas veces, con el puño levantado, el corazón embriagado, de tanta satisfacción, ibas corriendo a un rincón, a abrazar a tu compañero, y a decirle al mundo entero, señores eso fue gol.
Como olvidar esa tarde, cuando jugando un mundial, me invitaste a pasear, y así empezó nuestro viaje, te llenaste de coraje, y por tanta sutileza, la barba te dio una mano, admirando tu grandeza.
Quisiera tener la dicha, y que en tu última morada, me lleve con vos atada, camino a la eternidad, para que me hagas rodar, por el amplio firmamento, y los ángeles contentos, nos puedan ovacionar.
Desconozco el autor
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