El árbol de la felicidad eterna
Bella tu alma que siempre me respira, con el aliento del amor que fecunda, al escribir mis versos tiemblo y lloro; temo perder la magia que envuelve, la atmósfera misteriosa del suave contacto, y cercenar tu pasión ilimitada y sentida, me estremezco al saberte aún en mi vida.
Aliméntate de mi amor mi ser amado, coge de mí lo que necesites para ser feliz; déjame el compás de mi corazón enamorado, que resuena como campanadas al sentirte, resigno mi adoración al silente infinito, pero perderte en la oscuridad sería mi muerte.
Correré a tus brazos para no separarnos jamás, abrazaré cada músculo que contenga tu cuerpo, porque quiero fundirme en tu alma y en tu corazón, sabernos unidos con la fé de la esperanza, que los juramentos son nuestra propia sangre... marcada en el tronco del árbol de la felicidad eterna.
D/A
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