Nos volvemos a ver. Año tras año soñé con encontrarte en mi camino. ¡Sol de mis ojos, luz de mi destino! ¿No quisieras, mi bien, tomar un baño?
Nos encontramos uno al otro extraño: Gordo tú, flaco yo –¡mundo mezquino! y me complace ver –¡oh, desatino!– que hay cosas que no cambian de tamaño.
Te quiero como antaño te quería: con pasión, con dolor, con amargura, cual si este siglo hubiese sido un día.
Quiero corresponder a tu ternura: Levanta tu barriga, vida mía, que me voy quitar la dentadura.
SALVADOR NOVO
|