La alabanza a Dios .
Alabar a Dios es fácil cuando la vida es maravillosa. ¿Pero sabía usted que Él quiere que le demos gracias en todo, incluso en las circunstancias más difíciles?
Es fácil dar gracias cuando la vida está llena de bendiciones, como cuando recibimos un ascenso en el trabajo, intercambiamos votos matrimoniales, encontramos la casa de nuestros sueños, cuando encontramos al hombre de nuestra vida, o tenemos nuestro primer hijo. Durante estos períodos de gozo, nuestra línea de comunicación con Dios puede rebosar de alabanza y acción de gracias.
Pero, ¿qué sucede cuando vienen sufrimientos a la vida, cuando perdemos nuestro empleo, sufrimos la muerte de un ser querido, o recibimos un diagnóstico médico traumatizante y ominoso? ¿Cómo reaccionamos en esos momentos inciertos, incluso trágicos, de nuestra vida?
Si alguien supo de tragedias, padecimientos y privaciones, ése fue el apóstol Pablo. Pero, a pesar de sus sufrimientos, mantuvo a Dios en primer plano: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1 Ts. 5:16-18). Santiago dice, además: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia" (Stg. 1:2, 3).
Para la mayoría de nosotros, ésta es una tarea muy difícil, e incluso absurda. ¿Cómo podemos dar gracias a Dios en medio de las situaciones amargas y angustiosas que soportamos?
La más frecuentes de nuestras pregunta es: ¿Por qué a mi, Señor?'
Piense en las circunstancias difíciles de su vida.. ¿de qué manera puede ver lo bueno en todo lo que le sucede? ¿De qué manera puede dar gracias a Dios por sus dificultades, como también por sus bendiciones? Recuerde: Dios tiene un plan perfecto para su vida.
Los reveses temporales no deben jamás destruir nuestra confianza de que Él será suficiente.
Aun en las situaciones más terribles, todos tenemos algo por lo cual estar agradecidos: nuestros padres, los hijos, la familia, el trabajo, o una almohada donde recostar la cabeza.
Y siempre podemos dar gracias a Cristo por el sacrificio que Él hizo por nosotros.
La vida misma es un regalo de Dios.
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