Si buscamos la felicidad fuera de nosotros estamos buscando en el sitio equivocado. La fuerza llega cuando uno observa lo que está sucediendo desde su interior.
Nada se hace con cambiar de pareja o de ciudad para resolver un problema, por muchos cambios y experiencias que tengamos, si no cambiamos desde dentro, seguirás viéndolo todo con los mismos ojos y cometiendo los mismos errores. Es nuestro modo de pensar y sentir lo que da color al mundo que nos rodea.
Una gran parte del sufrimiento es causada por la falta de atención con el interior de cada uno de nosotros. Para lograr una relación armoniosa con los demás, debemos aprender a controlar la mente y los millones de pensamientos que muchas veces nos desbordan.
Tenemos que aprender a comunicar nuestros sentimientos sin exportar energía negativa para los demás. Cuando nos sentimos mal por dentro, tenemos que ser extremamente cuidadosas y no dejar que esa fuerza negativa perjudique amigos, familiares y pareja.
No decimos que hay que callar los sentimientos porque no es el mejor camino. Silenciar los deseos y aspiraciones transformaría nuestra mente en una bomba de tiempo lista para estallar violentamente y sin controle de las
consecuencias.
Si intentamos cambiar el mundo para adaptarlo a nuestras expectativas y preferencias, estamos destinados a fracasar. Ganaremos fuerza positiva si conseguimos llegar a un estado de total relajación y, desde el interior, podamos observar lo que está sucediendo en nuestra vida.
Lo que necesitamos es un espejo que nos muestre con precisión quiénes somos y qué partes de nosotros mejorarían si las trabajásemos.
Para lograr una relación armoniosa con los demás, debemos aprender a domar la mente y a no dañarla con una tempestad de pensamientos.
Nadie puede dominar enteramente el mundo exterior. Sin embargo podemos vencer la ira, el orgullo, el deseo, el odio y los celos que hay dentro de nosotros y que nos hacen estar en discordancia con el mundo.
Estamos tan acostumbrados a tratar de cambiar las cosas que ni siquiera podemos aceptarnos tal como somos.
El antídoto contra todo lo que está mal y demasiado complicado es simplificarlo todo.
Una vez la mente haya desarrollado plenamente la paz, ya no reaccionaremos negativamente, pase lo que pase, porque hemos aprendido a transformar esa energía negativa en fuerza positiva.
El ser humano está en equilibrio entre dos poderosas fuerzas. Una fuerza positiva nos empuja hacia la transformación
de nuestra naturaleza y la realización última, mientras que una negativa nos invita a realizar acciones egoístas, a buscar la gratificación inmediata y el placer transitorio.
Ambas fuerzas actúan sobre nosotros con la misma intensidad todo el tiempo. El significado de la fuerza positiva es evidente pero la fuerza negativa es indispensable para el desarrollo espiritual.