Es triste amar
y que no te amen,
pero más triste es amar
y que no lo queramos ver.
Porque es triste mentir al mundo,
pero más triste es
mentirse a uno mismo.
Sobre todo, si es por orgullo,
por un orgullo equivocado
para no reconocer un error.
No sabemos que reconocerlo
sería de sabios
y de personas crecidas
con un orgullo acertado.
Porque el orgullo es errado
cuando la equivocación
no nos deja ver.
Y es acertado
cuando alegría
nos hace sentir ante los errores,
si con ellos podemos aprender.
Pues para eso estamos en esta vida,
para aprender y crecer.
¡Que triste! si no, sería ésta.
Más, mucho más,
que amar y que no te amen,
o que ames,
y no lo queramos ver.
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