CUESTIÓN DE ATREVERSE
Hay que atreverse a cambiar,
dejar de ser aquél que todo lo dá,
sin recibir, acaso, absolutamnete nada;
es cuestión, por ejemplo,
de intentar cantar en un auditorio,
del cual lo imaginamos repleto...,
para que puedan conocer nuestra forma
de interpretar una determinada canción,
aunque lo tengamos que hacer
en la ciudad más austral del mundo,
dejando ese papel de autómata,
venciendo el temor a las avalanchas,
o grandes avenidas que nos amenazarán,
viendo que ante la adversidad,
podemos salir ilesos..., sin averías,
con esa avidez impulsada
por el corazón,
que se quiere manifestar como nunca
lo ha hecho...
No podemos esperar a que Dios,
nos tome de las axilas,
y nos traslade a donde deberíamos estar,
tampoco, hay que someterse a un sacrificio
como el de ayunar,
si por eso, nunca vamos a dejar
de cometer pecados,
porque en varias oportunidades
nos comportaremos como el azor,
que va esperando agazapado,
una oportunidad de poder cazar,
simplemente se trata de buscar
una identidad..., que todavía no la tenemos...
Somos capaces de creernos aztecas,
para que otros conozcan nuestra cultura,
y en verdad, nuestra mente está preparada
para pensar en aquella azucena,
que al pasar por un lugar la hemos visto,
para dársela a la doncella que anhelamos...;
también puede suceder que quisieramos
comportarnos, como auténticos babilonios,
aquellos maestros de las matemáticas
y ciencias exactas,
pero en el fondo somos simples baguales,
que nos falta pulirnos,
porque contamos con un buen material,
que nosotros mismos,
desconocemos por completo...
Hay que atreverse siempre,
pero no creernos que somos otro tipo
de persona,
ahora, estamos en un simple bajel,
que se va trasladando por un océano
a la deriva,
y no nos damos cuenta que nuestra balada
interior, existe..., se puede percibir
por ese bálsamo que desprendemos,
que nos identifica,
que va escapando de lo banal,
y no debemos permitir que nos comparen
con una baratija que se puede obtener
facilmente,
solo es cuestión de descubrirnos
y que nos decubran,
para pasar a ser personas distinguidas...
No nos hallarán en ninguna barraca
sin importancia,
ni en una basílica concurrida...,
solo hay que atreverse a que nos vean,
y mostrar que ha nacido un nuevo bastión,
que seguramente dará que hablar...,
no seremos beatos, ni míticos beduinos...,
seremos solamente aquello,
que la gente quiera ver...;
no estaremos a favor de lo bélico,
ni tampoco nos tildaremos de benévolos,
a lo bestial lo guadaremos muy bien,
y reflejaremos hacia los demás,
con lo atrevido,
aquello que internamente ansiamos ser,
sin tener miedo a lo que nos planteamos
como objetivo...