- Yo andaba entre la sombra, cuando como un fulgor
- llegaste tú de pronto con el último amor.
- Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
- para reconocerte, para saber quién eras.
-
- Y eras la misteriosa mujer desconocida,
- que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida.
- La de las tardes grises y los claros de luna,
- la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.
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- Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
- lo mejor de mi vida será morir contigo.
- He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
- que así como llegaste, pudieras irte un día.
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- Lo he pensado, eso es todo. Pero si sucediera...
- Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
- Y cuando te hayas ido... yo que nunca me quejo,
- me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.
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- Pero si me muriera sin poder olvidarte
- y después de la muerte se llega a alguna parte,
- preguntaré si hay sitio para mí junto a ti,
- y Dios seguramente responderá que sí.
- Buesa
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