El joven Teddy escuchaba mientras su padre una vez contaba, de forma extensa y con grandes detalles, sobre una ocasión en el pasado en la que Teddy demostró gran sabiduría difícil. Mientras el padre hablaba, el niño continuaba tirándole de sus pantalones.
Finalmente, enojado el padre se acercó al niño para ver qué era lo quería decirle. Papá susurró el niño, ese no era yo. ¡Era Billy!
Avergonzado frente a su amigo, el padre tomó a Teddy del brazo y lo llevó hacia la leñera.
Todo el camino hasta ahí el niño continuaba diciendo: Papá, papá.
El padre, cansado, se detuvo y le dijo: ¿Y ahora qué? Supongo que vas a decirme que fue Billy el que me ridiculizó abiertamente frente a mi amigo.
No, dijo el niño. Estoy esperando a que cuando veas a tu amigo mañana puedas contarle que no me castigaste aunque hayas querido hacerlo.
¡Ya sea que elogie a su hijo o lo reprenda por algo, debe estar seguro de que está diciendo la verdad!
Elogiar a su niño de forman franca y sincera frente a otros edifica a su hijo… pero las mentiras o la falsa adulación crean falsa autoestima.
Las correcciones en secreto evitan la humillación de su hijo, y mantienen su dignidad y el respeto a sí mismo. Sin embargo, la reprimenda sin fundamento o arraigada en la falsedad puede causar un daño enorme por más que se diga a puertas cerradas.
Elogie a su hijo en público, repréndalo en secreto.