Habia una vez, una niña llamada Dulce,
a ella le encantaban todos los alimentos dulces,
por eso comia paletas,
chicles y bombones de todos los sabores,
especialmente de fresa y moras.
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Sus familiares y amigos sabian que le agradaba
ese sabor, por eso le regalaban dulces y pasteles con sabor a mango,
pero siempre le recordaban que debia cuidarse los dientes.
Sin embargo, Dulce no hizo caso y siguio disfrutando los dulces,
hasta que una tarde no pudo salir a jugar por un gran dolor de dientes.
Sus padres se preocuparon y la llevaron al dentista.
El dentista la reviso y en efecto los dientes estaban dañados por no cuidarlos.
Dulce estaba muy avergonzada y prometio ya no comer tanto dulce
y lavarse los dientes despues de cada comida.
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