Hay tres días en cada semana que no debemos preocuparnos... Tres días que no debemos causarnos ni tormento ni miedo.
Uno es: "El ayer" con sus errores e inquietudes, con sus flaquezas y desvíos, con sus penas y tribulaciones; el ayer se marchó para siempre y está ya fuera de nuestro alcance.
Ni siquiera el poder de todo el oro del mundo podría devolvernos el ayer. No podemos deshacer ninguna de las cosas que ayer hicimos; no podremos borrar ni una sola palabra de las que ayer dijimos. El ayer se marchó para no volver.
El Segundo día es: "El mañana" que no debe preocuparnos, con sus posibles adversidades, dificultades y vicisitudes, con sus halagadoras promesas o lúgubres decepciones, el mañana está fuera de nuestro alcance inmediato.
Mañana saldrá el sol, ya para resplandecer en un cielo nítido o para esconderse tras densas nubes, pero saldrá. Hasta que no salga no podemos disponer del mañana, porqué todavía el mañana está por nacer.
Solo nos resta un día: "Hoy".
Cualquier persona puede afrontar las refriegas de un solo día y mantenerse en paz.
Cuando agregamos las cargas de esas dos eternidades, ayer y mañana, es cuando caemos en la brega y nos inquietamos. No son las cosas de hoy las que nos vuelven locos. Los que nos enloquecen y nos alza al abismo, es el remordimiento o la amargura por algo que aconteció ayer y el miedo por lo que sucederá mañana.
De suerte que nos conformaremos con vivir un solo día a la vez para mantenernos saludables, felices y con todo el amor necesario...
Autor: Anónimo