¿Cuantas veces nos hemos detenido en un determinado momento de nuestra vida a tomar una decisión radical?
Supongo que por lo menos una vez.
Balanceamos nuestros deseos, medimos las posibles consecuencias y los daños que estos puedan ocasionarnos.
Creemos que tomamos la decisión correcta, la que no afectará para mal nuestro destino y de repente... nada es lo que queremos.
Bien dicen que el que elige, elige lo peor.
Lo malo no es tomar la decisión equivocada, sino el no saber rectificar nuestro camino, el no reconocer que sencillamente nos equivocamos...
Es muy simple pero a la vez tan difícil...
Es difícil reconocer que erramos el camino,
Es difícil decir me equivoqué
Es difícil dar a conocer un error
Es difícil pedir comprensión a los otros
Es difícil pedir un poco de ayuda u orientación
Pero sobre todo es mucho mas difícil entender que cuando llegamos a la encrucijada de nuestro destino... no elegimos el camino correcto.
Y culpamos a todo el mundo menos al verdadero culpable...
NOSOTROS MISMOS
Así que la próxima vez que tomes una decisión radical piensa lo siguiente...
No soy un ser perfecto y puedo equivocarme...
y también puedo rectificar mi camino.
Pero elígelo tú solo, así cuando no sea lo que esperas, cuando sea un error, toma en cuenta esto...
Es un error... ¡pero es TU error!
Colaboración de Luz Aurora
México
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