Hoy me desperté y sentí ese dolor en el pecho que desde hace unos días evitaba a toda costa, ese dolor que poco a poco iba a apareciendo como una pequeña llama pero que yo inmediatamente apagaba sin dejar que pasara a más.
Pero hoy fue diferente porque no hubo nada que lo detuviera, por más que llené mi estómago de aire e intenté apagar la llama, me fue imposible, era algo que no podía controlar, sentía como mi pecho se quemaba y como poco a poco el fuego se extendía por todo mi cuerpo.
Inmediatamente llamé a mi Awá e intenté que las hierbas benditas y los dulces cantos sagrados apaciguaran el fuego que me quemaba, pero ni SIBö, ni nadie pudo calmar mi dolor.
El fuego no se detenía y yo como pez en manos de pescador me sentía cada vez menos viva, la sangre que un día circuló por mis venas, hoy se incrustaba como puñales de cristal en mi piel y la agonía incesante era el néctar masoquista de la espera que carcomía mi destino.
Y fue ahí en ese justo momento, en ese segundo en el cual pensé que moría, en que lo entendí, tan claro como agua fresca de río de montaña que se escapaba entre mis dedos, era eso, era eso… ¿Era eso…? estaba enamorada…
Chicas, cuando se es mujer se ama, cuando se ama se sufre y cuando se sufre se aprende, por eso las mujeres siempre vamos un paso adelante
Desconozco el autor
*Notas:
Bribries: Indígenas costarricense ubicados principalmente en la Cordillera de Talamanca.
Awá (médico no tradicional de la cultura Bribri)
SIBö (Dios de la tradición Bribi)