Te amo tanto a mi pesar que aunque yo vuelva a nacer; te he de volver a querer aunque me vuelva a matar.
Está tu imagen que admiro tan pegada a mi deseo, que si al espejo me miro, en vez de verme; te veo.
Nunca; aunque estés quejumbrosa tus quejas he de escuchar, ¡pues como eres tan hermosa! no te oigo; te miro hablar.
Caminamos a la luz de la luna de su sombra tan en pos, que no hacen más sombra que una siendo nuestros cuerpos dos.
Desconozco el autor |