Era el año 711, cuando nuestro protagonista ( el Rey Don Rodrigo) se encuentra arruinado y teme que los propios nobles lo echen de su trono, así que decide apoderarse de las riquezas que se encuentran en el interior de una cueva. Según los rumores, las riquezas consistían en gran cantidad de oro amontonado en el suelo y arcones repletos de piedras preciosas, todo ello de un valor incalculable, que hacía que quién pudiera poseerlo, podría considerarse el dueño del mundo. Se dirige hacia la cueva con sus guerreros, a los que les hace romper el candado y les incita a entrar para que inspeccionen la cueva por dentro. Al poco tiempo, salen corriendo muertos de miedo y sin dar explicaciones concretas de lo acaecido en el interior. Don Rodrigo decide entrar personalmente acompañado de sus más leales, comienza a bajar y el terror se va apoderando de él y de sus leales que poco a poco le van abandonando dejándole completamente solo al pasar por una gigantesca estatua que parece seguirle con la mirada, mientras que golpea el suelo con un gigantesco mazo que hace temblar la tierra con un ruido ensordecedor. Por fin, llega a una sala en la que se encuentra un cofre y decide abrilo. En su interior solamente se encuentra una tira de tela bordada con unas imágenes de unos caballeros que llevan un extraño tocado (un turbante) y con unas espadas con la forma de una media luna y un mensaje que dice lo siguiente: "Quíen este cofre abra provocará que los seres que aquí aparecen acaben con su reino". Don Rodrigo decide salir de la cueva y cuando llega al exterior, un mensajero llega anunciando que los árabes acaban de invadir la península.
|