Llevo sepultada en mis entrañas
a la mujer de mi ilusión primera,
y siento cosas tan extrañas
que mi pecho de dolor se desespera.
¡Oh Dios mío! ¿Sabré retenerla?
tú que me has dado intenso amor para adorarla,
si me quitas el derecho de poseerla,
ciega pues mi corazón para olvidarla.
Con el corazón hecho pedazos camino
por la oscura callejuela,
mil suspiros de mi alma vuelan
al sentir la nostalgia de tus brazos.
Cual música lejana y triste
al compás de mis pasos lloro,
los besos que una vez me diste
y hoy en mi tristeza añoro.
Sólo resta llegar en la jornada
al final de mi pobre desventura,
y sobre la loza de mi sepultura:
Aquí yace un alma enamorada
Autor: Manuel Segura Rodríguez