Has hablado y he visto claramente el fondo de tu agua, tu subterránea herida más reciente y el despertar rebelde de tu arcángel de sangre en las cerradas habitaciones donde el grito muere.
Has hablado y he oído claramente: Si no comparto el sueño y la palabra, preferible es que calle y que no sueñe. Nací para ofrecerme, para entregarme entero, en cuerpo y alma, no para recrearme y no dar nada de amor que sostengo y me sostiene.
Ya estamos frente a frente, y entre gozo y pesar -las tensas alas con las que el hombre vuela casi siempre- tomo de ti la luz que me hace falta para apagar la sed que me oscurece.
Después, igual te siento que me sientes. Ya somos uno solo en esta estancia donde el sueño y la vida se parecen.