LA BELLEZA DEL MUNDO.
El monje tibetano Chögyam Trunpga dijo: “No es necesaria una experiencia mística para descubrir que el mundo es bueno.”
Basta percibir las cosas bellas y simples que existen a nuestro lado, ver las gotas de lluvia escurriéndose en los vidrios, recordar la mañana y descubrir que el sol brilla, escuchar a alguien que ríe.
Al actuar así, el mundo deja de ser una amenaza. Pasamos a darnos cuenta de que somos capaces de notar el milagro de existir, aceptamos que tenemos la sensibilidad suficiente para ver el amor que existe en nuestra alma. Si somos capaces de ver lo que es bello, es porque también somos bellos ya que el mundo es un espejo y le devuelve a cada hombre el reflejo de su propio rostro.
Aun conociendo nuestros defectos y limitaciones, debemos hacer lo posible para conservar la esperanza y el buen humor. Al final de cuentas, el mundo está haciendo un esfuerzo por ayudarnos, aunque la gente pueda creer lo contrario.
PAULO COELHO
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