Un niño dijo:
- "Dios, habla conmigo". Y una alondra del campo cantó, pero el
niño no la escuchó...
El niño exclamó:
- "Dios, háblame". Y un trueno resonó por todo el cielo, pero el
niño no lo escuchó...
El niño miró a su alrededor y dijo:
- "Dios déjame mirarte". Y una estrella se iluminó radiante,
pero el niño no se dio cuenta...
El niño gritó de nuevo:
- "Dios muéstrame un milagro". Y una vida nació de un huevo,
pero el niño no lo notó...
Y llorando desesperadamente el niño dijo:
- "Dios, tócame para saber que estás conmigo". Y Dios se inclinó
y tocó al niño, pero este se sacudió la mariposa...
Y es que muchas veces las cosas que pasamos por alto, son aquellas
que hemos estado buscando.
¿Alguna vez te has sentado por allí y de repente sientes deseos de
hacer algo agradable por alguien a quien le tienes cariño? Ese es
Dios que te habla.
¿Alguna vez te has sentido derrotado y nadie parece estar alrededor
tuyo para hablarte? Ese es Dios que quiere hablar contigo.
¿Alguna vez has recibido algo maravilloso que ni siquiera pediste?
Ese es Dios que conoce los secretos de tu corazón.
¿Alguna vez has estado en una situación problemática y no tenías
indicios de cómo se iba a solucionar y de pronto todo queda resuelto
sin darte cuenta? Ese es Dios que toma nuestros problemas en sus
manos y les da solución.
¿Alguna vez has sentido una inmensa tristeza en el alma y al día
siguiente todo ha pasado? Ese es Dios que te dio un abrazo de
consuelo y te dijo palabras dulces.
¿Alguna vez te has sentido tan cansado de todo, al grado de querer
morir y de pronto un día sientes que tienes la fuerza suficiente
para continuar? Ese es Dios que te cargó en sus brazos para darte
descanso.
¿Alguna vez has sentido que tienes tantos problemas que las cosas ya
se están saliendo de su cauce y de pronto un día todo está
resuelto? Ese es Dios que tomó todas las cosas y las puso en su
lugar.
"¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos
de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque
no lo conoció a Él. Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios,
pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos,
sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a Él, porque
lo veremos tal como Él es. Todo el que tiene esta esperanza en
Cristo, se purifica a sí mismo, así como Él es puro" 1 Juan 3:1-3.
(A./D.)