SÓLO TE PIDO QUE ME ESCUCHES
Cuando te pido que me escuches y te pones a darme consejos,
no estás haciendo lo que te he pedido.
Cuando te pido que me escuches y te pones a decirme que no debería
sentirme de ese modo, estás hiriendo mis sentimientos.
Cuando te pido que me escuches y te parece que deberías hacer algo
para solucionar mi problema, me has fallado, por extraño que te parezca.
¡Escucha! Sólo pedía que escucharas, no que hablaras o hicieras, sólo
que me escucharas.
Cuando haces algo por mí que puedo y necesito hacer yo mismo, aumentas
mi temor y mi sensación de ineptitud.
Puedo valerme por mí mismo. No estoy indefenso. Tal vez desanimado
y decaído, pero no indefenso.
Pero cuando aceptas como cierto que me siento como me siento, por muy
irracional que resulte, puedo dejar de intentar convencerte y pasar a la
cuestión de comprender qué se esconde detrás de esa sensación irracional.
Y, cuando eso está claro, las respuestas resultan obvias y no necesito
consejos.
Por favor, sólo escúchame.
Y si quieres hablar, espera un minuto por tu turno, y yo te escucharé.
RALPH ROUGTON
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