con todos los niños , y eso me hacía sentir mejor .
Empecé a quedarme dormido entre susto , miedo ,
alegría , expectativa y un sin número de sentimientos encontrados .
Sin darme cuenta estaba dormido ,
solo que con una terrible inquietud por la larga espera.
Dejé la puerta de la habitación entre-abierta .
Las viejas bisagras avisarían la entrada del
esperado visitante . No se que hora habrá sido ,
supongo que habrá sido a eso de las 12 Media Noche ,
o por lo menos a esa hora sabía que vendría Colacho .
Ahora me pregunto si habrá sido un sueño ,
Oo si efectivamente tuve la visita del gordo bonachón .
La viejas tablas de la puerta sonaron y me fui
despertando poco a poco , entre realidad y sueño, alegría y susto .
Pero no, ahí estaba , tan grande y gordo como lo describían ,
sus blancas barbas llegaban hasta su pecho ,
su albos cabellos salían por debajo de su rojo gorro ;
sus anteojos redondos descansaban sobre
sus rosadas mejillas y con sus limpios guantes
colocaba al pie de mi cama un caja envuelta en un verde papel navideño.
Creo que me quedé dormido porque fue
hasta el amanecer que me percaté de que efectivamente
ahí estaba mi regalo , el regalo dejado por Colacho y enviado por el Niño Dios .
No pasó un instante cuando ya estaba rompiendo
con la velocidad del rayo los papeles que me separaban de mi ilusión .
Bien , ahí estaba mi carrito de bomberos , era mejor que el que yo quería ,
mejor que el que siempre había deseado .
Tenía más cosas que el que mi corazón aguardaba ,
ese año el Niño Dios había sido muy generoso .
Tenía un tanque de agua que alimentaba
dos mangueras por las que salía agua al
hacerle presión a un cilindro . Tenía escaleras en ambos
laterales y atrás dos valientes bomberos con casco y todo .
Al frente tenía una sirena y en su carrocería se abrían las dos puertas .
No había mejor carro de bomberos en el mundo que aquel , el que me trajo Colacho .
Por supuesto que no tardé en llamar a toda mi familia .
Esa Navidad nunca la olvidaré ,
quedará grabada en mi memoria
como un recuerdo imborrable hasta el fin de mis días .
Lo que nunca supe es si el momento de la entrega fue un sueño o realmente lo viví .
No me importa del todo , Colacho me visitó
trayendo consigo la ilusión que venía de la Mano del Niño Dios .
Esa alegría todavía la vivo hoy ,
sí a mi edad . La navidad tiene un aire que evoca la figura del amor de Dios ,
recuerda la necesidad de compartir ,
nos repite constantemente que Dios quiso compartir su hijo con nosotros .
Por eso me cuesta entender cuando oigo adultos que dicen :
eso de la navidad es solo para los niños .
¿ Será que mi niño sigue vivo dentro de mí ,
o que aquellos borrarón su ilusión ? .
Termino aquí porque tengo que dormirme temprano ,
no sea que llegue Colacho y me encuentre despierto .
Envía Rodrigo Soto .
Alajuela. Costa Rica