Como aquellas lucecillas
vaporosas y ligeras,
que sin calor a millares
se levantan de la tierra,
Los amores en tu pecho,
fragilísima belleza,
sin que su fuego te abrase
alzan mil llamas diversas:
Brotan, lucen, se disipan,
otras nacen tras aquéllas:
la inconstancia las apaga,
la liviandad las renueva.
C. Coronado
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