Soñé un campo de trigo, extenso jugando al viento, dorado, brillante, pleno de espigas llenas de vida.
Soñé una voz insinuante que cantaba sonetos de amor. Soñé una piel cubierta con seda que esperaba manos ansiosas.
Soñé una mente abierta con ansias de compartir. Soñé unos ojos semientornados que ocultaban su color, disfrazados con nostalgias, anhelantes, esperando amor.
Soñé unos labios hermosos, borrosos en mi visión, ofreciendo fruto de un beso y sedientos de pasión.
Soñé un rostro difuso, entre el sueño y el alcohol, y aún así me atrapó el encanto de una armonía sutil.
Soñé una sonrisa encendida, escuché un susurro apagado... se me borraba la imagen, con los vapores del vino y los ríos, de mis pupilas.
Soñé un torrente vibrante, con ansias de seducción, que me regaló por instantes esperanzas de una ilusión.
Aún soñando desperté del sueño, embrujado por tus ojos, cautivado por tus labios, aprisionado en tus brazos y enredado en tu trigal.