Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Creaciones_Gabito
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 ENTREGA PREMIOS ASISTENCIA DIARIA 
 ❥❥¸.•`*´´¨ ASISTENCIA DIARIA¸.•`*´´¨❥❥¸ 
 OFRECIMIENTO Y PETICIONES FIRMAS 
 ESPACIO DISEÑO Y FIRMAS UTOPIA 
 ALEJANDRO FERNANDEZ VIDEOS 
 SECRETOS DE LA ABUELA] 
 POEMAS CANELA 
 REFLEXIONES 
 ✿*¨ ¨*✿ RETOS DE LA SEMANA ✿*¨ ¨*✿ 
 TODO SOBRE EL (PSP 7) Tubes imagenes etc 
 ALEJANDRO FERNANDEZ VIDEOSº*º*º 
 Recetas y secretos de la Abuela 
 DISEÑADORA SOLITA 
 Diseñadora 
 
 
  Herramientas
 
General: ♒✿♒NUESTROS NIÑOS DE MAÑANA ♒✿♒
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: MONI  (Mensaje original) Enviado: 19/02/2015 16:40

 

 

Nuestros Niños De Mañana
Cuando nos preguntamos qué será de nuestros niños el día de mañana nos
alegramos porque sabemos que la respuesta definitiva está,
de manera importante, en nuestras manos.
Quizá todos pasamos por la misma experiencia. Somos niños y
llega a casa visita de la tía María, de la comadre sabelotodo o de
la tierna abuelita. Y si bien nos va nos dan gran posibilidad en la
pregunta que suelen hacer: «Miguel: ¿tú qué quieres ser de grande…?»
Por que hay otras ocasiones en las que la pregunta, con un tono un poco
más vivaz, va por el estilo: «¿Miguel, verdad que cuando seas grande
quieres ser físico-químico-matemático como tu papá? » Pues parece que
permanecemos en las eras antiguas. Las huellas del papá siempre
marcaban el camino. Y a los niños casi se les corta la respiración…

La pregunta es la de siempre. ¡Uf! Sin embargo, cosa amena, en los
niños florece una gran variedad de insondables respuestas.
Encontramos desde el deportista que inflándose de orgullo y
exhibiendo sus dotes atléticos con estruendosa voz replica:
«¡Torero, corredor o futbolista! », mientras que las cejas
de los padres se levantan. Nos topamos con los cerebrales quienes
a sus cumplidos once años, bajan la cabeza, meditan profundamente
la cuestión, respiran profundo, miran a través de sus intelectuales
gafas y con aire solemne, majestuoso, responden: "ingeniero
electrónico o en su defecto licenciado en sistemas computacionales…
" y la noticia casi la publican en el periódico. Encontramos a los más
altruistas quienes sonríen con una cara de pícaros y entre algo de divino
responden: sacerdote o astronauta… - y ante la perplejidad de la asamblea,
les basta replicar: "es sólo para estar más cerca de Dios." Pero los más
prácticos y astutos, fruncen las cejas, buscan el modo de escapar ante
el interrogante y viendo que el reloj se hace tarde para salir a buscar
a los amigos les es suficiente con articular un escueto “no sé”, y asunto
arreglado. La pregunta se aplazará para otro día y otra ocasión.
Y eso les basta pero en definitiva, lo que de verdad quieren reflejar
detrás de cada respuesta es sacar a la luz tantos valores que les
hayan enseñado sus padres y familiares.

A nosotros los adultos siempre nos da alegría saber qué cosa serán los
niños del mañana. Tenemos una semilla de curiosidad.
Nos alegramos viendo como esos pequeñines que un día
observamos corriendo detrás de un balón, jugando a las escondidas,
paseando a las muñecas y haciendo de las suyas –porque para eso no
les hace falta el tiempo- se preparan sin saber, para el día de mañana.
Porque también nosotros fuimos niños hace algún tiempo.
Crecimos y llegamos a ser adultos, porque la niñez jamás ha sido eterna.

¿Qué será de nuestros niños de mañana? Parece una pregunta
sencilla y fácil que requiere, sin embargo, una reflexión profunda.

Cuando somos niños queremos llegar a ser adultos. Y cuando somos
adultos, nos sosegamos contemplando a los niños. Siendo niños
vamos al kinder. Usamos pantaloncillo corto, shorts. Soñamos con
aquel día en que pasaremos a llevar los pantalones largos.
Nos entusiasmamos cuando nuestros padres nos llevan a eventos
importantes vestidos con nuestro traje de ejecutivo, sin arruga ni doblez.
Y nos vemos en el espejo. “Me parezco cada vez más a mi papá.”
Las niñas comienzan a dejar de lado a las muñecas y las comiditas.
Se meten de verdad a la cocina y como por instinto les vienen las ideas
de pedir a mamá que les enseñe a hacer tartas de manzana.
Van al espejo y se quieren peinar como la mamá.

Los niños nunca olvidan el ejemplo de sus padres. La mayor alegría que
reciben los padres llega inesperada un cierto día. Los ojos de los
pequeñines se clavan en la mirada de sus papás y aunque
no articulen palabra desde el interior lo han dicho todo:
“Cuando sea grande quiero ser como tú.” Quizá también algún
día nosotros lo dijimos. Imitan la firma,
el tono de voz y hasta la manera de tomar el teléfono.

Los niños del mañana serán, en buena parte, lo que seamos los
padres de hoy. Esta historia tiene tanto de verdad como de historia.
Cierta mañana un labrador se levantó muy temprano abrió las ventanas,
y viendo en el valle su espíritu se exaltó. Y gritó: “Campo,
¿qué me darás en este año?” Su eco llenó toda la colina y
una suave brisa desde la lejanía acarició su rostro. Nítida y
suavemente escuchó clara la respuesta. “Lo que tú me des.
Si me das trigo, trigo; si maíz, maíz te daré…”
Lo que nosotros les demos a los niños hoy, eso lo serán mañana.

Por ello los adultos tenemos la gran responsabilidad de saber
orientar a los pequeños. Los niños son como esas figuras de
barro o plastilina. Se comienzan a moldear poco a poco.
Se puede lograr con ellos grandes cosas: figuras y personajes
de renombre. Poco importa lo que ellos deseen ser cuando crezcan,
lo que importa es dejar sembrado en ellos una semilla que sola,
con el pasar del tiempo, comenzará a germinar.

Los niños lo recuerdan todo. Y sobre todo hay tres cosas que nunca olvidan.
Lo primero que retienen en su memoria es la fuente de cariño que se les
dio en casa. Recuerdan los día en que mamá los recibía con la sopa caliente.
Aquella sonrisa en el rostro. Es verdad, con mil preocupaciones, pero jamás
sin esa sonrisa. Porque cuando hay amor en el hogar nunca falta la alegría.

Lo segundo que conservan es el ejemplo de esfuerzo. Todas aquellas
mañanas de idas al colegio. No sólo por lo que les cuesta levantarse,
sino por el ejemplo de papá y la mamá que les prepararon el desayuno,
les alinearon el uniforme, les dieron una palabra de aliento y se
despidieron con un beso antes de dejarlos en la escuela.
Este tipo de hechos valen más que mil palabras.

Lo tercero se refleja en ese aire de valores que los niños aprenden en
su primera escuela que es el hogar: a rezar por la mañana, a ayudar
a las personas más necesitadas, y sobre todo esa fuerza que tildarían
de casi sobre humana en los momentos más difíciles. Porque,
creámoslo o no, a los niños se les grava ver la luz encendida del
despacho de papá a las altas horas de la noche; un acto de
honestidad con algún cliente; ver como su familia hace un
acto de caridad con el limosnero de la calle.

Dice un viejo refrán: “De tal palo, tal astilla.”
Es algo que cada día comprobamos. Por ello cuando nos preguntamos qué
será de nuestros niños el día de mañana nos alegramos, porque sabemos
que la respuesta definitiva está, de manera importante, en nuestras manos.
 
 
 
 


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: altea51 Enviado: 19/02/2015 18:38

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: campitos0 Enviado: 20/02/2015 00:12

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: clasica Enviado: 20/02/2015 04:44


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados