EL NIÑO INVISIBLE
Había una vez un niño que tenía miedo a las palabras. Cada vez que quería decir algo en la escuela delante de los demás niños, una vocecita interior le asaltaba y le censuraba con un discurso desvalorizante que creaba en él una inhibición a la acción, se ruborizaba, le sudaban las manos y se bloqueaba impidiendo así que interaccionara con los demás niños. El niño invisible observaba el mundo como un espectador. Siempre estaba triste porque deseaba jugar con otros niños y hablar con ellos, pero nunca se atrevía a dar este paso. Un buen día, mientras estaba haciendo los deberes en su pupitre, abrió un diccionario para consultar el significado de una palabra que no entendía y de repente pasó algo extraordinario: todas las palabras que había impresas en aquel diccionario empezaron a cobrar vida y se fueron posando una a una en la boca del niño invisible. En aquel momento tomó la palabra la confianza y dijo: -No tengas miedo de nosotras niño hermoso. Las palabras somos inofensivas, sólo somos una herramienta para la comunicación. Nadie va a juzgarte por cómo te expreses, nosotras te ayudaremos. Cada vez que quieras decir algo, acudiremos a ti y tú sólo deberás de abrir la boca para que podamos salir por ella. El niño invisible estaba sorprendido, pero se sentía pletórico y feliz, se levantó de su silla y con una sonrisa en sus labios exclamó: -¡Hola, me llamo Aitor!
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