★★ CREER LO QUE DECIMOS ★★
Al final de una cena en un castillo inglés, un famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare. Después se ofreció a que le pidieran algún bis Un tímido sacerdote pidió al actor si conocía el salmo 22. El actor respondió: si lo conozco, pero estoy dispuesto a recitarlo sólo con una condición: que después también lo recite usted.. El sacerdote se sintió incomodo, pero accedió. El actor hizo una bellísima interpretación con una dicción perfecta: El Señor es mi Pastor, nada me falta. Los huéspedes, al final, aplaudieron vivamente. Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y volvió a repetir uan a una las mismas palabras del salmo. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos sólo un profundo silencio y lágrimas en algunos rostros. Señoras y señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido esta noche aquí, Yo conocía el salmo pero este hombre conoce al pastor.
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