Escucho la voz del silencio atronante en mis oídos
y un canto de aves dando gracias al Eterno
olisqueo el aroma de las flores perfumando mi entorno
siento mi amor por ti divagar en la cumbre de la fantasía.
¡Oh Señor tú que me conoces y sabes de este gran amor
muéstrame tus maravillas!
Que agradable sensación siento al nombrarte
cerrar mis ojos sentirte junto a mí,
tomo las alas del alba y escudriño el horizonte
me doy cuenta que no puedo alcanzarte.
En soledad y en silencio medita mi alma
recorriendo la senda caminada me detengo,
en tu dulce mirada veo la luz dirigirse en torno mío.
¡Que alegría!
Después de las tinieblas veo brillar la noche y el día.
Me envuelve una paz y escucho una voz desconocida
…--¿qué te aflige hija mía?..--,
me pregunta dulcemente
mi rostro sollozando se refugia en su regazo, le murmuro,
bendita soledad que me obliga a escuchar mis propios pensamientos.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.