LA RIQUEZA DEL CORAZÓN
Para hacer un buen regalo bastan un buen corazón y algo de ingenio.
Para aquellos que tienen estos dones será fácil hallar los medios para halagar a otros y al mismo tiempo proporcionarse un gran placer por hacerlo.
Un jubilado se lamentaba de que sus recursos eran insuficientes para aportar al parque de recreo de los niños del barrio.
Su mujer le sugirió que empleara las mañanas en enseñarles a los niños a hacer cometas y barquitos de vela.
Siguiendo el consejo, pudo ver con satisfacción que contribuía al éxito del parque, igual como los que daban dinero.
Los regalos humildes hechos con verdadero cariño y ajenos a todo interés, tienen la virtud de proporcionar mayor placer a los ricos que a los pobres, ya que el afecto es una de las pocas cosas que no compra el dinero.
Una persona muy adinerada me confesó una vez que ninguno de los costosos regalos que había recibido durante su vida le había proporcionado mayor placer como el que sintió cuando el hijito de su chofer le obsequió una sarta de pescados cogidos por él mismo en un arroyo cercano.
No, no hace falta ser rico para ser generoso.
Todos podemos dar algo que sea útil a otra persona. Dotado de un espíritu noble, un pordiosero puede dar tanto como un príncipe.
Corinne Updegraff