Hay un niño que aún no nace
que espera silencioso en el cuarto de los sueños...
se mueve inquieto, pero crece muy lento.
La ilusión se triza por la duda,
se fractura la esperanza
cuando le dicen a los padres que algo no está bien.
¿Cómo será cuando nazca?... Sano, Dios mío, sano, pide su madre,
suplica su padre y las oraciones vuelan por el aire
para encontrar la respuesta en Él, que sabe.
Porque somos egoístas, porque no estamos preparados,
porque sólo somos humanos,
lo queremos sano, Dios mío, sano.