El despertar del Buda Interior”. Lama Surya Das. Pag 62 y siguientes.
“¿Qué es lo que en verdad ayuda a la transformación? ¿Se trata meramente de cambiarse las vestiduras o el estilo del peinado, o unirse a algún grupo que esta esperando que su mensaje cambie el mundo? ¿Podría ser, sencillamente, una cuestión de recibir algún mantra o iniciación; aprender a realizar el rito o el ritual adecuado, averiguar cómo meditar, hacer yoga, orar, respirar, cantar, tener sexo cósmico, ir al Himalaya, a Jerusalén, a la meca, al Machu Picchu, al monte Kailash, al monte Shasta, o encontrar el gurú perfecto? No creo que sea así.
¿O no resulta sumamente transformador, sumamente estremecedor penetrar los velos del autoengaño y de la ilusión y romper la cáscara del huevo de la ignorancia, para encontrarse con uno mismo? A través de una autoinvestigación sincera y de una introspección meditativa sin barreras, llevada a cabo durante un periodo de tiempo sostenido, uno puede derribar la cabaña que el ego ha construido, ingresando de ese modo en la mansión autentica del ser. Esto puede parecer desafiante, pero en realidad es más fácil de lo que se piensa.
No es útil esperar hasta que se disponga de más tiempo para la meditación, para la contemplación, porque eso puede no llegar a suceder nunca. Cultivar la espiritualidad y la conciencia tiene que convertirse en una vocación a la que dediquemos todo el tiempo y para la mayoría de nosotros eso tiene que tener lugar en el contexto de nuestra vida ordinaria aquí, en el hemisferio occidental.
No se necesita viajar a tierras distantes, buscar experiencias místicas exóticas, dominar mantas esotéricos ni tratados, ni cultivar estados extraordinarios, a fin de experimentar un cambio radical de corazón y de transformación interior. Hablando espiritualmente, todo lo que uno desea, aspira y necesita se encuentra siempre presente, accesible aquí y ahora, para aquellos que tengan ojos para ver. Se trata una vez más, del viejo adagio: No se necesita ver cosas diferentes, sino mas bien ver cosas diferentemente.
Ahora digo: que uno no ha visto nada hasta que no se ha colocado frente a frente consigo mismo. Entonces cada momento alberga el último milagro, dondequiera que nos hallemos.”
Conocernos a nosotros mismos y aprender a dejar hacer es el método, el medio más habilidoso. La espiritualidad es básicamente un asunto de autodescubrimiento.
¿Cómo puede haber paz en el mundo si nosotros, sus habitantes, no estamos en paz con nosotros mismos? Mientras siga habiendo una separación, entre “nosotros” y “ellos” yo y los otros, el conflicto permanecerá y la autotransformación será un mero sueño.