Entre las emociones humanas, tal vez la más incontrolable sea el enfado. El hombre ha intentado denodadamente a lo largo de su historia controlar sus instintos, sus impulsos –a veces con relativo éxito-, pero el buen manejo del enfado ha sido siempre una asignatura pendiente. Porque en este terreno, el autocontrol no siempre constituye el mejor camino. Puede que eso alivie a quien nos hizo enfadar, e incluso nos haga ver "políticamente correctos" y bien educados. Pero las emociones negativas que no dejamos salir sanamente nos castigan por dentro.
Si nos callamos ante una situación que nos indigna, y nos "tragamos" la bronca, estaremos simplemente desahogando en nuestro propio cuerpo lo que no le podemos manifestar a los demás.
El enojo y la ira constituyen una fuerza arrolladora que se hará sentir en nuestro organismo. La energía negativa que no expresamos se sentirá indudablemente en nuestros músculos, en nuestro sistema nervioso, en la piel, en el estómago, y en cada lugar del cuerpo que resulte vulnerable a la tensión destructiva a la que lo sometamos.
Podemos engañar a los demás disimulando nuestro enfado, pero nunca a nosotros mismos. La explosión por haber reprimido esa energía durante un largo tiempo se producirá en algún momento, y tal vez con la persona equivocada. Así que callar no es una buena opción.
El único camino es encontrar el equilibrio para poder expresar el enojo sin hacernos daño a nosotros mismos, ni a otros.
Por eso Aristóteles dijo: "Todos podemos enfadarnos, eso es fácil. Pero enojarnos con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado, por la razón pertinente y del modo apropiado, eso no es fácil".
Sin duda que no resulta fácil encontrar una manera de manejar el enfado en forma inteligente. Dicen los psicólogos que el primer paso debería ser el reconocimiento del disgusto. Admitir que estamos enojados, poder hablar de esos sentimientos y afrontarlos ya es un buen comienzo.
Luego –recomiendan- hay que hablar con la persona que nos lastimó, ofendió o defraudó. Y aconsejan hacerlo rápido para evitar que el enfado se acreciente con el paso del tiempo.
Aparentemente, la clave está en enojarse estratégicamente. ¿Cómo es esto? Enojarse sólo por fuera, y mantener la calma por dentro.
Y tú… ¿Cómo manejas tu enfado?
D/A