Déjate conmover hasta las lágrimas por algo o alguien - por lo menos una vez al día - cada día de tu vida.
Permítete ser tocado, ser afectado profundamente, déjate romper cada día en el altar de la tristeza y la belleza de la vida.
No dejes que pasen los días sin abrazar todo con tu ternura.
No dejes que los momentos se vayan sin hacerte consciente de que podrían ser los últimos.
Descansa cada día en la casa de la gratitud. Y después serás capaz de decir:
'estuve realmente abierto y vivo'.
- Jeff Foster