Otoño que te vistes de colores ocres,
anunciando fríos de palidez nivosa,
a los que no comprenden de estas cosas
entristeces sus corazones mediocres.
Ventoso otoño de atardeceres dorados,
de rocío de lluvia cual ínfimos diamantes,
implícito incitador al devaneo de los amantes,
azuzador de las musas del poeta avezado.
Vistes de tu esplendor al maduro fruto
exfoliando las ramas que alfombran el suelo,
con sus hojas moteadas que despiertan el celo,
de la húmeda tierra que espera el tributo.
Heraldo veteado de fríos inviernos,
anuncia a su gélida y triste alma,
que traigo en la mía cálida talma
que nos abrigará en amores tiernos.