Te quiero porque respiro, porque pienso,
porque le temo a la muerte...todos le temen.
Te quiero porque es el rumor de tu
nombre el que se anticipa al ruido del despertador,
y es la imagen de tu rostro esbozado
en cada uno de los muebles de mi habitación,
el que está presente en el primer hálito de cada mañana.
Te quiero en mi acostumbrada prisa
por no llegar tarde al trabajo; en el indescriptible
caos de hojas que impera en mi escritorio, algunas en blanco,
otras con ilegibles garabatos,
donde intentos de versos agonizan implorando redención;
te quiero en el libro que he empezado
a leer hace semanas y que me parece imposible terminarlo.
Te quiero porque no existe objeto alguno que no me sepa a ti:
el café tinto con tres de azúcar y sin batir,
el cigarro en mi mano que mi caprichosa
voluntad se resiste a encender,
las cortinas blancas que me acarician el rostro,
el rayo de sol que calienta mis huesos,
la leve brisa que mitiga mis músculos agotados,
mis ojos cerrados, todo, todo me sabe al aroma
de tu cuerpo desnudo después de haber hecho el amor.
Te quiero por que no dejo de pensarte.
Y te pienso porque te quiero aun en esas
madrugadas que salgo a trotar por calles
frías y desiertas donde perros sin correa a ratos me corretean.
Te quiero en cada ilógico plan que hago para el futuro,
con la férrea esperanza que sea nuestro, y no solo mío.
Te quiero hasta en los locos momentos
en los que algún recuerdo inventado me ha venido a la memoria.
Pero, cuando estoy muy junto tuyo,
te quiero más todavía,
porque arrimado a tu cuerpo,
siento que la vida recién me empieza,
y solo espero me llegue la muerte..
acurrucado en tus cálidos brazos.