MISERICORDIA DE DIOS
A pesar de ser malas las obras de los hombres, la misericordia
de Dios no abandonó a los humanos.
Y Dios envió a su Hijo para que nos rescatara, no con oro o plata,
sino a precio de su sangre, la sangre preciosa de aquel Cordero
sin mancha.
Tal ha sido pues, la gracia que hemos recibido.
Vivamos, por tanto, dignamente, ayudados por la gracia que hemos
recibido y no despreciemos la grandeza del don que nos ha sido dado.