La empatía son unas gafas con dioptrías especiales, por ello,
siempre va un poquito más allá de lo que aparentemente se ve:
no siente simplemente el latido, sino el pulso.
No tiene ojos, sino mirada. No oye, sino escucha. No huele, sino respira.
No habla, sino comunica.
No toca, sino acaricia.
“… y eso es lo que hay detrás de la empatía: el arte de mirar desde el punto de vista del otro
para comprender.
Porque nacemos con ojos pero no con mirada. Para ver, basta con
dirigir los ojos hacia el estímulo en cuestión.
Para mirar, hay que poner en marcha también el corazón”.