Qué difícil parece ser hoy en día mantener una pareja. ¿Será porque pretendemos exigir a los demás ser como queremos y no somos capaces de aceptar a los otros como son y pelear menos?
¿Por qué la gente se cansa de estar con alguien y cree que va a ser diferente con otra persona? Esto demuestra un exceso de optimismo.
El problema nunca es la persona con la que nos relacionamos sino el modo que tenemos de relacionarnos.
El amor no es un flechazo accidental que nos atraviesa el corazón de lado a lado, sino que es algo que se puede aprender. No se trata de encontrar a la persona ideal sino de una habilidad que hay que adquirir.
Los jóvenes inmaduros experimentan el amor mientras que las personas maduras aprenden a amar, porque la madurez afectiva se caracteriza por la estabilidad emocional.
El amor no es un sentimiento fácil porque requiere previamente un desarrollo personal que permita una disposición desinteresada hacia los demás solamente por amor, con una actitud de humildad, confianza y férrea voluntad.
Dicen que quien es capaz de comprender a otro también lo ama y comprender significa conocer.
Erich Fromm afirma que el amor es un arte que requiere conocimiento y esfuerzo.
La mayoría cree en el amor romántico y la preocupación se centra en la búsqueda de alguien que los ame en lugar de encontrar a alguien para amar, porque el que da amor verdadero, no posesivo, recibe también amor genuino.
Puede ocurrirle a cualquiera el milagro de enamorarse perdidamente, pero ese sentimiento de unidad y de intimidad único es por su misma naturaleza poco duradero, hasta que llegan a conocerse bien y se dan cuenta que no se toleran, se aburren, y se desilusionan.
Nadie puede creer que el amor verdadero sea un arte que haya que aprender, porque algunos se confunden y buscan una pareja como quien busca un departamento o un auto, es decir, que le produzca la sensación de haber hecho un buen negocio y la pareja resulta ser un bien más en un mercado donde todo se compra y se vende.
En tales casos es una empresa destinada al fracaso, más rotundo que en cualquier otra actividad y más difícil de evaluar.
En la vida actual todos estudian y se esfuerzan para conseguir un título o un ascenso en el trabajo pero nadie está dispuesto a aprender a amar. En esta área la mayoría toca de oído.
“No es bueno que el hombre esté solo” dice la Biblia, escrita por sabios de la antigüedad inspirados por revelación divina. Sin embargo hoy en día el hombre prefiere el aislamiento y el culto al cuerpo, renunciando a la posibilidad de compartir su vida con alguien significativo.
Muchos tratan de escapar de su sentimiento de soledad por medio de las drogas o el alcohol pero cuando los efectos desaparecen la sensación de vacío tiende a agudizarse.
El hombre se jacta de su individualismo pero en realidad ha perdido su individualidad y se ha convertido en un autómata.
Las mujeres, en su afán de ser iguales a los hombres han perdido su femineidad y de esta manera también la posibilidad del amor erótico con el sexo opuesto, porque ahora son idénticos.
El amor verdadero y maduro significa unión, pero conservando ambos la propia individualidad. El amor es posible sólo en libertad, la envidia, los celos, la ambición, son pasiones y el amor no es una pasión es una actitud, una capacidad humana, no compulsiva. No es un arrebato súbito sino una disposición permanente que consiste más en dar que en recibir.
Y dar no significa renunciar o privarse de algo, sacrificarse ni empobrecerse, sino que constituye la más una bella expresión de poder que produce felicidad y vitalidad.
Aunque no se trata de darse mutuamente cosas materiales solamente sino de darse también la propia vitalidad, lo que está vivo en cada uno, su alegría, su interés, su comprensión, su conocimiento, su humor, su tristeza y todas las expresiones propias de cada uno.
Algo se produce en el acto de dar amor y es más amor