Curación
Me renuevo, gracias al poder sanador de Dios.
Durante la primavera, la tierra regresa a su exuberancia y verdor, la niebla y el frío del invierno se disipan, y por doquier podemos ver nueva vida. Mis momentos de meditación son como las lluvias vivificantes de la primavera. Al abrir mi corazón a la gracia de Dios, soy renovado. En Su amorosa presencia, me siento restaurado. Mis temores se disuelven, mis necesidades son satisfechas y mi alma es renovada. La esperanza, la salud y el bienestar florecen en mí.
El poder sanador de Dios es eterno. Aunque la oscuridad a veces parece que lo oculta, la llama de la oración ilumina y elimina toda duda. La vida de Dios restaura y fortalece mi ser. Soy sano.
Porque esto será medicina para tus músculos y refrigerio para tus huesos. —Proverbios 3: |