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Hace días, largas semanas, que vagamos por el Espacio sin saber exactamente dónde llegaremos. Aún nos quedan provisiones de sobra para algunas semanas más, pero la tripulación empieza agobiarse al no encontrar nada similar a un planeta, aparte de un par de meteoritos que pasan cerca de la nave de vez en cuando… y hasta eso ya ha perdido su emoción. Está llegando a ser todo tan aburrido… ya no hay nada que hacer, nada de que hablar… nos sabemos la vida y pormenores de unos y otros. Y desde la cabina de mando no se ve nada de nada.
-Si no encontramos pronto nada de interés voy a volverme loco, comandante. -Tranquilo, hay que tener algo de paciencia. -¿Más paciencia? Ya no soy yo solo, señor, el resto de la tripulación lo comenta. Quizá sea una misión fallida, como tantas otras. -Repito, tengamos paciencia, amigo, tengamos paciencia.
Los miembros del equipo sorteaban de vez en cuando algún bólido, comentando la jugada entre ellos.
-Vaya, ese ha pasado cerca. -Los meteoritos están ya controlados, va a hacer falta que aparezca algo más fuerte y más grande para ponernos, como mucho, nerviosos. -Ojalá aparezca. -De verdad que sí.
…
-¿Has visto eso? -¿Qué? -Ahí, a la derecha de la nave, es anaranjado, ¿lo ves? -Vaya, creo que habrá que avisar al comandante, quizá sea un asteroide o un planeta, no veo nada parecido desde hace semanas.
Dos de mis hombres acaban de irrumpir en la cabina mientras me estaba quedando dormido. A Dios gracias, parece que han avistado algún tipo de asteroide o, puede ser, un planeta a lo lejos. He dado la orden para acercarnos y la tripulación se ha puesto como loca. Sólo espero poder bajar y estirar las piernas fuera de la nave.
Pasadas unas horas, parecemos haber llegado a un extraño planeta de arena naranja. Tras un rato deliberando y preparándonos, decidimos salir fuera y hacer una pequeña expedición sin alejarnos demasiado de la nave. No hay moros en la costa, tan sólo una singular vegetación, de colores morados y rojizos adorna el terreno ligeramente abrupto. Un poco más allá, se ve algo parecido a un cráter, tras hablarlo todos, decidimos acercarnos para verlo bien.
-Señor, me da un poco de miedo, a medida que nos acercamos al cráter, se oye un silbido más fuerte, ¿lo oye usted? -Sí, claro que lo oigo, pero quiero saber de dónde viene. -Nosotros le acompañaremos comandante, no nos da miedo. -De acuerdo, ¿hay alguien más al que le de miedo venir y prefiera quedarse vigilando la nave?
Tras un par de minutos y miradas burlonas entre unos y otros, toda la tripulación decide acompañarme al misterioso cráter, armados por supuesto con aparatos de última tecnología.
-Comandante, si este zumbido sigue aumentando de volumen, creo que me van a estallar los oídos. -A mí también señor, está empezando a ser insoportable. -¿Alguien más que quiera quejarse como una niña? Callaos ya, vosotros sí que me dais dolor de cabeza con tanta queja y tanta tontería. -Disculpe señor.
Vaya, el cráter es bastante más grande de lo que pensaba, no más que una piscina normal y corriente, pero es hondo y oscuro. Los hombres tienen miedo, no lo dicen pero se les nota temblar, se miran unos a otros y el sudor invade sus frentes frías. Y tienen razón, ese zumbido es del todo insufrible.
-¡Señor! Creo que algo se ha movido ahí debajo. -¿Dónde? -Me ha parecido ver algo moviéndose. -Yo no veo nada. -¡Sí mire, ahí delante! -¿Están todos locos? Os repito que yo no he visto nada, ni veo nada, estáis dejándoos llevar por el miedo y hasta veis cosas donde no las hay. -Por favor señor, no sea tan incrédulo, asómese un poco, verá como hay algo. Diría que de esa cosa vienen los zumbidos… por cierto, han dejado de oírse. -Me tendría que haber quedado en la nave. -Pues todavía estás a tiempo. -Creo que no… ¡Mirad! -¡Se mueve! ¡Viene hacia aquí! -¡Dejad de gritar! ¿Qué clase de tripulación he traído conmigo que se asustan igual que bebés? -¡Comandante está acercándose!
Creo que mis hombres tienen razón en cuanto a la procedencia del zumbido… parece que esa cosa verde que se acerca es la causante de nuestro dolor de oídos y el miedo de todos estos señores.
-¡Dios mío! -¡Shhhh! ¡Sacad las armas, pero que no dispare nadie hasta que yo lo ordene! Quizá sea pacífico. -Quizá no, comandante. -¡Silencio! -Señor, parece más grande según se acerca, cada vez se ven más tentáculos saliendo de su cuerpo. -Señor, es horrible, ¿qué debemos hacer? -Que no cunda el pánico, estad todos atentos y con las armas preparadas por si hay que abrir fuego. De momento esperemos a ver cómo reacciona el bicho. -Se ha parado. -Parece que nos observa señor. Fíjese qué cantidad de ojos y qué alto es. -Comandante, da la impresión de que es viscoso, toda su piel brilla y parece mojada. -Así es, parece que gotea. Pero sigan tranquilos, no pasa nada. -Vuelve a zumbar, señor, si intensifica mucho más el volumen vamos a tener que retirarnos, no creo que nuestros tímpanos puedan soportarlo. -¡Señor! ¡Avanza otra vez! -¡Viene hacia aquí! ¡Se aproxima con sus tentáculos! -¡Quiere atraparnos señor! -¡No huyáis! ¡No seáis cobardes! ¡Tenemos que enfrentarnos al monstruo! -¡Comandante, si sigue avanzando y apenas se puede oír en condiciones! ¡Tendremos que abrir fuego y acabar con él! -¡Esperad todos! ¡Hay que ver cómo reacciona! Probablemente no nos quiera hacer nada. -Pero señor, hemos invadido su territorio, seguramente quiera echarnos del cráter. -Y también matarnos señor. -¡Panda de miedicas! Hemos de enfrentarnos a él, a vida o muerte. ¡Y será su muerte! -¡Preparad las armas y esperad a que el comandante de la orden de asalto! -¡Dividíos para atacar cada uno por un lado al bicho! ¡Tranquilos, no va a pasar nada, hay que acercarse despacio! -¡Señor, ha atrapado a un soldado! ¡Si el láser de las armas roza al hombre, lo freirá antes que al monstruo! -¡Hay que dispararle por detrás! -¡Cuidado con los tentáculos! -¡Está ahogándolo! Comandante, ¿qué vamos a hacer? -¡Abrid fuego! ¡Disparad todos al monstruo! -¡Cuidado! -¡Señor, me temo que las cosas empeoran! -¿Qué pasa ahora soldado? -Dos monstruos aún más grandes que este se aproximan por las afueras del cráter, ¡estamos perdidos! -¡Dios mío, tienes razón! ¡Todos a la nave! ¡Retirada!
…
-¡Niños! Recoged las cajas del jardín, ya está la merienda. -Nos pasamos no sé cuánto tiempo pensando qué regalarles y se entretienen con cuatro cajas de cartón, como antaño. -Encantador… ¡Niños! ¿No oís?
-¡Los monstruos quieren acabar con nuestra nave! -¡Oh, no! -¡Aagg…!
-¡Niños!
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