EL PODER DE LA ESCRITURA

Nunca pensé lo que al leer las personas no sólo podían imaginar sino que sus mentes vuelan más allá de sus recuerdos, visiones, sensaciones, tristezas; leyendo salen de la mente o del corazón, o de cada célula algo efímero en el tiempo, algo que no es compacto ni podemos mantenerlo, el pensamiento. Una suerte del destino poder escribir, escuchar tus palabras y a nadie más que tus ideas; la música se hace la coherencia del relato, el mensaje el héroe, pero el título de la historia épica es aquella que se da, aquella que se entendió.

Los sabios en la sociedad no están identificados ni con un letrero, simplemente los escuchas y cuando cambian tu vida los ves de esa forma, buscas pasar la vida con su guía, su saber, saber su verdad. Pero no todos estamos al alcance de sus palabras en una conversación, así que a alguien le pareció muy natural dejar impreso sus ideas, las demás personas las podrían observar y deleitarse pero el autor las hace con la finalidad del médium, en busca de no sólo sentir sino expresar, de uno o muchos modos la inteligencia que Dios nos ha otorgado y la bendición de poderla ejercer sin límites.

Es así que en un momento de mi corta pero ampulosa vida yo conseguí magia en lecturas tan disponibles sin invocarlas; que sin conocer al autor tenía una perspectiva sobre hechos que por muy personales eran generalmente lo mismo en esta sencilla pero magnifica vida. Encontré motivación, ya estaba bien después de haber dado tanto y no recibido, de haber perdido pero no ganado amor, estaba bien por qué ya paso y debía sentirme bien por la oportunidad de experimentar a pasos agigantados, sucios, intensos, pero valiosos sobre mi naturaleza y la de otro; sí, era lo que necesitaba, motivación, luego del vacío existencial el siguiente paso es decir que más apetece a tu alma hacer con el médium que es tu cuerpo, que es lo que haré, aunque el corazón haya perdido la fe y esperanza en una persona.

La encontré, siempre estuvo allí, y no me rendiría, aunque no sea buena, me esforcé; no me mentiré al decir que no pude antes de haber desecho mi espíritu en intentarlo. Decidí que después de haberme humillado al llorar por algo tan sencillo y sabía que iba a pasar, reconocer que me dolió en haber dado tanta confianza en un pecador y afectara mi vida para siempre, como cualquier cosa; yo había ganado experiencia, y en base a eso debía trabajar en mis demás aconteceres, no reconociendo con más facilidad lo malo, sino haciendo cada momento de la mejor manera.

Malo y bueno son sólo palabras, existe un relativismo del cual soy consciente, admiradora, y también soy parte. Era muy calculadora y necia con mis gustos, actos y palabras, que al final terminas haciendo lo que los demás deducían por experiencia; ya cambiaras, no se trata de madurez, te cansas de ser tan especial, y además de la adaptación intentas disfrutar más la vida como los mortales que llegas a ser como ellos y además de seguir tu metamorfosis pues descubres emociones y tomas riesgos que a cierta edad no podrás hacerlos.

La juventud, la única que nos guía en nuestras locuras, es más que libertad, creo que es vivir etapas, sentir, y a mí me gusta escribir para ser la persona que se juzga primero con más ahínco y dureza en sus acciones, aunque muchas pasen de largo siempre serán tomadas en cuenta con determinación y sin arrepentimientos.

Sé que esta herida, pequeña y superflua con respecto a la contaminación ambiental, no sanara tan rápido pero tampoco quiero remover llagas ni hacerla volver a sangrar, ahí sí que va doler más, pero igual tiene remedio y lo que no mata nos hace más fuertes. En mi caso por ejemplo yo trato de vivir sin arrepentimientos, y atreverme a muchas cosas, por qué si no siento lo que pasa no sabré si son tan buenas, o como el amor, querer, enamorarse, gusto, atracción, etc., con el tiempo te hacen sentir mal, te hacen sentir tanto y tan viva, que una lágrima es bienvenida.

Descubrí al principio del desamor que uno sufre menos sólo que con alguien. Tiene mucho sentido por qué no sólo suena bien para salir de un día de análisis, sino que encaja con lo maravilloso que es estar con soledad, ella es tan sincera, te escucha y cree ciegamente y aunque las peores personas estén junto a ti ella te hace reflexionar y te desea lo mejor. Su calma y poco diálogo te hacen sentir sola, pero ella sabe muy bien como recompensarte, la madurez, te la regala cuando ya no necesitas regalos para dar una sonrisa, la pones en práctica cuando más has fallado en intentar, y la disfrutas cuando la soleada ya no está.

En realidad, no se llama desahogo aunque también sea utilizado con esa finalidad, se llama placer, al escribir, cada palabra que se articula con tu verdadera voz, esa vocecilla que te canta en alguna parte de allí arriba o de allí dentro, de donde sea que se escuche, se debe ser feliz y disfrutar la vida agradeciendo a Dios por cada minúsculo ápice de surte o desventura obtenida.