Mi mamá me decía con frecuencia que yo iba salir
adelante no por inteligente, sino por bruto.
Esta afirmación que entonces me ofendía, con el tiempo
me ha llegado a parecer sabia y útil. Ahora me doy cuenta
de lo importante que es saber hacerse el bruto.
Por ejemplo:
- Si un pariente cercano me dice un indirectazo para
ofenderme, me hago el bruto que no entiende
y así no le doy el gusto de amargarme la vida.
- Si quiero aprender algo que me cuesta trabajo, me hago el bruto,
no sucumbo a la impaciencia de los demás y sigo intentando hasta lograrlo.
- Si mi compañero de trabajo o mi superior permanecen irritados
la mayor parte del tiempo, no pienso que es conmigo o por mí,
sino que me hago el bruto y me digo: "Debe ser que le duele una
muela" y de esa manera me hago inmune al contagio de ese dolor.
- Cuando dicen "no" a mi objetivo, me hago el bruto y entiendo
"todavía no" y así me permito seguir buscando formas de conseguirlo.
- Si algo que intento cien veces no me resulta como quiero,
no me tildo de bruto por no haberlo logrado, sino que pienso
en lo bruto que sería si desistiera después de tanto esfuerzo.
- Cuando estoy hablando por teléfono con alguien de quien
necesito un servicio o información y la persona sube el tono
de voz más de lo necesario y vocaliza cada palabra
exageradamente, tal como si dijera: "No sea bruto,
¿acaso no entiende lo que le estoy diciendo?"
Decido entonces respirar profundamente, contestarle
pausadamente y con calidez, dándole las gracias
por su paciencia con mi falta de entendimiento...
Esto funciona como magia la mayoría de las veces
para cambiar las mareas a mi favor.
©Diego Vergara Garzón
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